Los íconos son conocidos desde el siglo V o VI, pero aparentemente desaparecieron durante la primera mitad del siglo XX. Sin embargo no fue así, simplemente fueron prohibidos : durante la era soviética; en Rusia estaba estrictamente prohibido pintar íconos. A pesar de ello, varios pintores seguían haciendo íconos o los restauraban, en secreto. En la segunda mitad del siglo XX los íconos regresaron...
Podemos entonces preguntarnos : ¿qué es lo que hace que un ícono sea tan especial? ¿Qué hace que haya gente, monjes y otros, dispuestos a arriesgar la vida pintando íconos? « Cristo, dice San Pablo, es la Imagen [visible] del Dios invisible » (Col. 1,15). Dicho de otro modo : « La iconografía cristiana transcribe mediante la imagen el mensaje evangélico que la Sagrada Escritura transmite mediante la palabra. Imagen y Palabras se esclarecen mutuamente. » (cf. el Catecismo de la Iglesia Católica, IIa parte : « La celebración del misterio cristiano », sección 1160).
Las primeras imágenes
Hizo falta un largo camino para que apareciera el Ícono tal como lo conocemos hoy a través de sus antiguas representaciones. Este camino atraviesa contextos históricos complejos y dependencias culturales diversas. Pasa igualmente por la guerra de las imágenes sagradas, durante la cual la furia de los iconoclastas destruyó numerosos íconos muy venerados.
Las primeras imágenes que nos han llegado son pinturas de las catacumbas del siglo III. Muestran a la Madre de Dios durante la adoración de los Magos. Es decir, dichas imágenes están subordinadas a temas cristológicos. Esto no tiene nada sorprendente : del mismo modo en que la Mariología se ha desarrollado a partir de la Cristología, la iconografía de María depende de la iconografía de Cristo.
Pero los rostros de las catacumbas no son imágenes del culto : no se las venera pues no son retratos de Cristo ni de la Virgen y se mantienen en la esfera de lo simbólico. Además la imagen sagrada no puede superar este límite pues la Iglesia de entonces aún no ha puesto completamente en perspectiva las dimensiones del misterio de la Encarnación que van a aparecer durante los primeros Concilios.
La Santísima Virgen María proclamada Madre de Dios
A partir del siglo IV, la iconografía va a conocer un importantísimo desarrollo. Entre sus numerosas causas, encontramos el advenimiento del emperador Constantino en el siglo IV y su espectacular conversión. El cristianismo es instituido como religión de Estado en 380 y la Iglesia entra en una era de paz. Es entonces cuando comienza una creación estética que determinará las artes de los siglos siguientes. Un tercer concilio ecuménico se reúne en Éfeso en 431 y proclama a María Madre de Dios. Entonces, comienza una representación de María en la que reina solemnemente con el Divino Niño en el regazo : la Madre de Dios Kyriotissa (1).
Estos son algunos homenajes pronunciados por el obispo de Alejandría al ser proclamada María Madre de Dios :
La iconoclasia : la guerra de las imágenes sagradas y el triunfo de la Ortodoxia
Sin embargo, va a establecerse un gran duelo entre partidarios y enemigos de los íconos, entre defensores de la Ortodoxia y herejes : los iconoclastas, de 730 a 843. Es una guerra doctrinal. Un primer período (730 a 780) comienza en 730 cuando León el Isauriano (726-741) decreta la prohibición del culto de los íconos por calificarlo de idolatría. Pero no se trata sólo de una querella religiosa ; es el fin de una época, el resultado de múltiples tendencias religiosas, políticas y económicas que cuestionan los valores en todos los campos.
Es un fenómeno complejo. Las cuestiones dogmáticas constituyen el fondo del problema. Sigue un período de restablecimiento de las imágenes sagradas (780-813) ; luego estalla un nuevo período iconoclasta (813) que termina en 842. Se abre un nuevo Concilio en 843 y la Ortodoxia conoce el triunfo con la exaltación de los íconos en todas las iglesias, luego de la solemne reafirmación magistral de la Encarnación del Verbo : « el Verbo indescriptible del Padre se ha hecho descriptible, encarnándose en Ti, Madre de Dios. »
____________
Bibliografía :
DONADEO Maria, Icônes de la Mère de Dieu, Paris, 1987
NOUWEN Henri, Behold the Beauty of the Lord, 1991
ROUSSEAU Daniel, L'Icône, Splendeur de Ton Visage, Paris, 1982
SENDLER Egon S.J., L'Icône, Image de l'invisible, Paris, 1981
SENDLER Egon S.J., Les icônes byzantines de la Mère de Dieu, Paris, 1992
(1 ) El ícono conocido más antiguo es sin duda el de la « Virgen majestuosa » conservado en el monasterio de Santa Catalina del Sinaí. El famoso ícono "Salus populi Romani", muy venerado en Roma, data del siglo VII u VIII, así como el de "Sancta Maria Antiqua", igualmente conservado en Roma.