La figura maternal y compaciente de María, Madre de Jesús, está tan cerca del corazón humano – de todo corazón humano se cual sea su cultura, su época o incluso su religión – a tal punto que la Santa Virgen María es amada e invocada más allá del mundo cristiano. Se la honra universalmente como la Virgen pura, se le ruega como a la Madre capaz de comprender el corazón de los hombres y su necesidad de amor que es el mismo en todas partes.
Así, por ejemplo, en el Budismo o en el Hinduismo, religiones, por otra parte, muy distantes de la Revelación cristiana, María está vista como una madre plena de amor cuya inmensa ternura sólo es comparable con su fortaleza para defender a su Hijo bienamado. Y bajo esa concepción, muchos adeptos de religiones no cristianas se sienten atraídos por la Madre de Jesús y llegan incluso a pedirle como se le pide a su propia madre.