Muy poco es lo que sabemos según los Evangelios sobre lo que suele llamarse la “vida oculta” de Jesús en Nazaret, es decir un periodo de treinta años sobre un total de treinta y tres que dura la vida terrestre del Salvador de la humanidad. El Evangelio de San Lucas nos ofrece la mayor información sobre esta parte de la vida de Cristo, especialmente en relación a su infancia: “Jesús crecía en sabiduría, en tamaño y en gracia bajo la mirada de Dios y de los hombres” (Lc 2, 52) Jesús entonces, vivió entre María y José, una niñez amorosa y sumisa frente a sus padres, marcada por la mansedumbre, la humildad y la obediencia.
Lo transcurrido entre la infancia y la “edad adulta” de Jesús (los treinta años) lo conocemos en parte gracias a lo que nos dejan ver indirectamente las Escrituras, pero sobre todo por el conjunto de los textos y testimonios de la Tradición de la Iglesia y por sus santos y sus Doctores. Lo que descubrimos es que antes de adentrarse por los caminos de Galilea para predicar de acuerdo con su misión divina, Jesús llevó primero en Nazaret de Galilea junto a los suyos, la vida de una familia judía piadosa y laboriosa. Hijo de carpintero, formado por su padre José, nuestro Salvador ejerce un oficio de artesano durante varios años; y sigue las costumbres y los preceptos de la religión de Israel, frecuentando la sinagoga como los fieles de su tiempo.
De esta forma, durante las nueve partes de las diez de su vida terrestre, Cristo, el Verbo de Dios, Dios El mismo, y Amo del Universo vivió sumergido, alejado de los ojos del mundo, una vida de santidad oculta en el corazón de la Sagrada Familia, una verdadera “escuela del Evangelio” ¿Esta vida de tanta sencillez de la Sagrada Familia en Nazaret no es, en efecto, para todo cristiano, una escuela de espiritualidad para la vida diaria? ¿La lección de una vida humilde y amorosa, cuyo Amo no es otro que Dios mismo hecho hombre?