Entre todas las oraciones a María figura, como la primera y más universalmente conocida, la que el Ángel Gabriel pronuncia a la hora de la Anunciación : « Dios te salve María, llena eres de gracias, el Señor es contigo…” (Lc 1, 28) salutación angélica que constituye la primera parte del Ave María, esta oración enriquecida a través del tiempo la recitamos en las decenas del rosario. Éste toma forma bajo el impulso de los dominicanos, entre los siglos XII y XV. Hoy rezamos cinco decenas por cada uno de los cuatro misterios que constituyen los misterios de la vida cristiana: gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos. El Rosario es sin duda, junto al Ángelus, la oración más difundida de las oraciones populares, de las cuales algunas datan de la época de San Francisco de Asís o remontan al siglo XIII.
Entre los textos más antiguos de devoción a María, señalemos el “Sub Tuum praesidium” ("Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios") el cual se dice nos viene desde el siglo II. Pero la más antigua de todas las oraciones marianas, ¿no es acaso el Magníficat, el cántico que María misma entona después de la Anunciación, y que será a partir de ese momento el canto de acción de gracias de todo cristiano? “De ahora en adelante todas las naciones me dirán bienaventurada” ... (Lc 1, 46-55)
En cuanto a las oraciones cantadas a María, la más conocida es el célebre “himno Acatistos”, particularmente cantado entre los ortodoxos. Data probablemente del siglo VI. Cantados con frecuencia como himnos o en antífonas, podemos citar otras oraciones a María universalmente conocidas y retomadas frecuentemente durante la liturgia de las festividades marianas. Estas son: la Salve Regina, el Ave Maria Stella, el Alma Mater Redemptoris, el Stabat Mater...